Escocia es ese lugar con el que tantos hemos soñado en algún momento de nuestras vidas. Un destino permanente en nuestra lista de cosas que nos quedan por hacer. Nos imaginamos cielos grises, verdes colinas y páramos desangelados, castillos repletos de historia y gente orgullosa de su nación. Todo lo que nos han contado es cierto, Escocia es todo eso y mucho más. Vamos con nuestro viaje a Escocia..
No nos ha resultado fácil encontrar el momento adecuado para viajar teniendo en cuenta que como casi toda familia hay que viajar durante las vacaciones escolares. En verano nos gustan otro tipo de destinos más soleados y en Semana Santa es bastante arriesgado por el clima. Pero hemos tenido mucha suerte con este final de abril disfrutando de un tiempo magnífico durante casi toda nuestra estancia.
Otro hándicap importante para nosotros es el hecho de tener que conducir por la izquierda. ya a toro pasado, tenemos que decir que no es para tanto y enseguida te acostumbras. Al final conduces por la izquierda sin pensar. Eso si, os recomiendo un coche automático para estar pendientes solo de la carretera. Por cierto, una vez abandonada la autovía las carreteras son muy estrechas y prácticamente sin arcén aunque en bastante buen estado y sin curvas demasiado peligrosas. Vas pasando de un valle a otro sin apenas darte cuenta. Nada que ver con Córcega o Cerdeña por poner un ejemplo.
No es un viaje barato para una familia por lo que a la hora de elegir alojamiento nos guiamos sobre todo por el precio, intentando que la situación no esté mal. En conjunto pienso que en este viaje hemos acertado. Nos interesan los apartamentos para poder hacer por lo menos una comida en casa y otra fuera. Está claro que, a día de hoy, donde más opciones encontramos es en Booking (si hacéis vuestras consultas y reservas a través de nuestro enlace, Booking nos da una pequeña comisión que ayuda a mantener este blog).
En el caso de parejas o familias más pequeñas se pueden encontrar hoteles más fácilmente. Pídenos asesoramiento, para eso estamos o mira directamente en viajemania.net. En todo caso nos gusta preparar este tipo de viajes para vosotros dándoles nuestro toque personal basado en nuestra propia experiencia.
En cuanto a las comidas, el coste de comer fuera de casa es muy relativo, pero en líneas generales más caro que aquí. La bebida es punto y aparte, sobre todo si lleva alcohol, prohibitiva… La sorpresa agradable han sido los bajos precios de los supermercados, sobre todo en productos precocinados que nos han servido para salir del paso. Realmente baratos en tiendas como Waitrose, Icelanders o Tesco. Un plato de macarrones, una lasaña o un apple pie por menos de una libra es un regalo. Además si se facturan maletas siempre se puede llevar algo de embutido, difícil de conseguir por allí.
Al estar en un apartamento el desayuno siempre lo hacemos en casa y no ha habido problema en encontrar todo lo necesario.
A la hora de diseñar un itinerario siempre estamos condicionados por el tiempo disponible. Os vamos a contar lo que hicimos por si os sirve de referencia pero está claro que teniendo más días se pueden hacer muchas más cosas en Escocia, También es cierto que una vez visto en primera persona cambiaría algunas cosas…
Días 1 y 2 Edimburgo
Edimburgo es una ciudad muy bonita y agradable. La zona histórica de la capital de Escocia se puede recorrer perfectamente a pie y es una maravilla. Es una ciudad de edificios muy homogéneos, señoriales, estrechas calles adoquinadas con un aire de misterio,
Para comenzar la visita lo mejor es empezar por el Castillo de Edimburgo, la atracción más visitada de Escocia. Al comprar las entradas en taquilla es mejor adquirir directamente el Explorer Pass de 5 días que cuesta lo mismo y te permite visitar bastantes atracciones de pago como el Castillo de Stirling o el de Urquhart.
La visita al Castillo fácilmente os lleva unas tres horas, por lo que merece la pena ir pronto ya que lo normal es encontrar bastante cola. Tendréis que estar un poco pendientes para asistir al cañonazo de la 1 en punto, aunque no es más que eso, un cañonazo… No podéis dejar de visitar la Capilla de Santa Margarita, las Habitaciones Reales, los Honores de Escocia y las distintas prisiones. Es muy interesante ver todas las colecciones de armas, trajes, etc.
Una vez acabada la visita os recomendamos ir hacia Grassmarket Square, una zona repleta de pubs, restaurantes y terrazas y en cuyo extremo podemos disfrutar de una de las mejores vistas del Castillo. Incluso está marcado en el suelo el punto donde te debes colocar para hacer la foto perfecta. Es una buena zona para parar a a comer.
Desde aquí podéis dirigiros hacia Geyfriars Bobby, el monumento homenaje a Bobby, un perro de raza Skye Terrier, fue el mejor amigo del policía John Gray hasta su muerte por tuberculosis en 1858. Después de que su dueño fuera enterrado en el Cementerio Greyfriars, Bobby no se movió del lado de su tumba nunca más (por esta razón es conocido como Greyfriars Bobby). Durante los 14 años siguientes Bobby permaneció junto a su amo mientras los habitantes de la ciudad se encariñaban con él y le llevaban alimentos. En 1872 Bobby falleció y por fin descansó en paz junto a la tumba de su querido dueño. A los niños les encantará la historia.
Resulta imprescindible pasear por la Royal Mile que comienza en la explanada del Castillo, repleta de vida, museos, iglesias antiquísimas, pubs…La Royal Mile (Milla Real) es la calle más famosa de Edimburgo. Como curiosidad, su longitud, 1.814,2 metros, da origen a una medida un tanto desconocida, la milla escocesa.
Nosotros decidimos realizar el segundo de los días por la mañana la visita del HMY Britannia, la antigua embarcación de la familia real británica y nos encantó. Se lleva a cabo con audioguías en español y es realmente interesante y sorprendente. Está todo sumamente cuidado. Se puede llegar fácilmente en autobús ya que hay varias líneas que hacen ese recorrido hasta Ocean Market.
Continuamos el día subiendo a Calton Hill, la colina más famosa de Edimburgo, conocida como “la Atenas del Norte” por los monumentos que en ella se encuentran. Desde allí tendréis unas magníficas vistas de Edimburgo. Bajamos hacia Princes Street, la calle más comercial y arteria principal de la ciudad. Bordeada por los preciosos jardines Princes Street Gardens por donde merece la pena dar un paseo y contemplar las espectaculares vistas del Castillo y la zona histórica.
Sin duda encontraréis mucha información para poder recorrer la ciudad. Nosotros hemos contado a grandes rasgos lo que nos dio de si una estancia de dos días.
Transporte en Edimburgo: merece la pesa sacar un Family day Ticket para 2 adultos y 3 niños por 8.5 libras que permite viajar libremente durante un día en los buses de la compañía Lothian. Descargas el cupón en el móvil y se lo enseñas al conductor cuando subes al autobús. Hay algunas aplicaciones interesantes para el móvil como la propia app de Lothian o My bus Edinburgh que a nosotros nos vinieron muy bien.
En cuanto al alojamiento, en Edimburgo optamos por dormir en un apartamento en el barrio de Stcokbridge, a unos 15 -20 minutos andando del centro de la ciudad. Puedes verlo aquí. Una zona residencial muy tranquila. Quizá un poco lejos del centro y no demasiado bien comunicado en autobús, ahora bien, el apartamento resultó muy bonito y acogedor. Bastante cerca de una de las calles más encantadoras de Edimburgo, Circus Line, que parece sacada de una cuento medieval.
Día 3 Edimburgo – Inverness
Tras recoger el coche de alquiler en la estación Waberley y dejar a atrás los primeros nervios por circular en el lado izquierdo de la calzada, nos dirigimos hacia el famoso e absolutamente impresionante Forth Rail Bridge. El puente se considera, incluso hoy, como una obra maestra de la ingeniería. Uno de los símbolos de Escocia. Este hermoso puente ferroviario, Patrimonio de la Humanidad, fue diseñado por Sir John Fowler y sir Benjamin Baker. Fue inaugurado el cuatro de marzo de 1890 por el que llegaría a ser Eduardo VII. Con sus casi 2,5 kilómetros, une las localidades de North y South Queensferry y supuso un enorme avance en las comunicaciones de la época entre el Lothian y Fife. Nada más cruzar el fiordo nos desviamos a la izquierda para llegar hasta North Queensferry y poder admirar el puente desde allí.
Continuamos nuestro camino por la autovía que nos lleva hasta llegar a Dunkeld donde destaca sobremanera la antigua Catedral y sobre todo la paz que se respira a su alrededor, en la gran zona de césped que se encuentra entre la catedral y el río Tay. La Dunkeld Cathedral comenzó a construirse en el siglo XII, y se fue ampliando hasta el siglo XVI. Los siglos de obras han legado a la catedral una mezcla de estilos que podrás contemplar a simple vista. Aunque lo más curioso de este lugar sagrado son, sin duda, sus dos caras: la parte este está restaurada, y todavía alberga servicios religiosos, conciertos y bodas, mientras que la parte oeste se encuentra en ruinas. Un lugar encantador para almorzar con tranquilidad y dejarse acariciar por el sol de abril tendidos sobre la hierba. En los alrededores hay varios senderos que se pueden recorrer.
Nuestra siguiente parada es Pitlocrhy. Este pueblecito victoriano de la región de Perthshire está enclavado en el corazón del país y sirve como puerta de entrada a las Tierras Altas. Atholl Road. La calle principal de Pitlochry tiene un cierto parecido con la calle principal de un pueblo alpino. Las casas de piedra, están cubiertas de tejados oscuros rematados por hileras de chimeneas, y alojan hoteles, pensiones y tiendas. Al final de la calle nos dirigimos hacia el centro de visitantes para poder cruzar el río Tummel por alguno de sus bonitos puentes hasta llegar a la central hidroeléctrica. Allí se puede ver la escalera de salmones, una serie de desniveles que permiten que los salmones sorteen la presa y naden a contracorriente hacia el Loch Faskally durante la migración anual. Siguiendo un agradable paseo por la ribera del río llegamos hasta el Iron Suspension Bridge, un precioso puente metálico que nos lleva de nuevo al centro de Plotchry.
La última parada del día es Inverness, una tranquila ciudad compacta y cosmopolita marcada por el paso del río Ness. Punto de partida de numerosas excursiones por las Highlands, simplemente pasear por esta bella ciudad es de por sí ya muy agradable. Se puede contemplar el Castillo de Inverness y la Catedral de St Andrew, luego dar un paseo por las orillas del río Ness y cruzar el puente colgante para gozar de un poco de paz y calma.
Nuestro alojamiento en Inverness, un acogedor dúplex que nos hizo sentir como en casa, con una anfitriona muy atenta. Puedes verlo aquí. Sin duda lo recomendamos.
Día 4 Lago Ness – Isla de Skye
Bonito, intenso y largo día de visitas por las Highlands. Una vez vistas las distancias en coche, tiempos, carreteras y demás factores, lo planificaríamos de otra manera, haciendo noche en la isla de Skye para no tener que regresar a Inverness ya que la vuelta se hace demasiado larga.
Comenzamos el día con un crucero por el lago Ness. Hay diferentes compañías que los operan, y nosotros elegimos Jacobite Cruises. En general saben explotar muy bien toda la parafernalia que gira en tono al monstruo del lago Ness. El crucero es una buena experiencia. Tiene un panel táctil con mucha información en español e incluso un sónar que va registrando todo lo que hay por debajo del barco por si Nessie hace su aparición…Se puede hacer una parada en el mítico castillo de Urquhart y visitarlo durante una hora. Las vistas del derruido castillo son muy bonitas desde el lago, pero como ya lo teníamos incluido en el Explorer Pass decidimos hacer la ruta corta, sin bajar en el Castillo para llegar a él por carretera ya que se encuentra en el camino a seguir. Si queréis visitar el castillo desde el barco hay que indicar que tenéis el Explorer Pass ya que de lo contrario cobran la entrada.
Continuamos el viaje atravesando un paisaje a veces sobrecogedor entre valles y lagos. Nos llamó muchísimo la atención el verde de la hierba puesto que cada prado parecía un campo de golf. Llegamos al que seguramente es la estampa más reconocida de Escocia, el Castillo de Eilean Donan. Anclada en la confluencia de tres lochs y con una pasarela de piedra que la conecta a tierra, esta fortaleza forma una imagen tan bucólica que querrás fotografiarla desde todos los ángulos. Se puede visitar el interior del castillo pero ya os adelantamos que es mucho más bonito por fuera que por dentro.
La visita de la Isla de Skye se nos quedó corta. Hace falta como mínimo un día entero para dar ls vuelta a la isla. Los paisajes que se pueden ver a cada momento son maravillosos, duros, contundentes… parece otro planeta.
Llegamos hasta Portree, una pequeña localidad conocida por las casas de colores del puerto.
Más hacia el norte, el impresionante pináculo Old Man of Storr corona el monte Storr y se alza como el mayor símbolo de la isla de Skye. Las vistas desde lo alto son impresionantes; vale la pena enfrentarte al camino, que aun siendo asequible sube en una pronunciada pendiente. Calcula un par de horas para dejar el coche en el aparcamiento, subir, empaparte del paraíso y volver a bajar. No olvidar llevar un calzado adecuado.
La Kilt Rock es una de las postales más famosas de la isla de Skye, aunque en este caso es poco más que esto: una postal. El Loch Mealt se desborda en una cascada que se precipita al mar en unos acantilados de más de 50 metros, formados por columnas de basalto. Hay un mirador vallado junto a la carretera, bastante frecuentado por los turistas y visitas guiadas de la isla.
Todos los lugares turísticos de Skye tienen su propio aparcamiento, aunque sea un descampado junto a la carretera, y siempre son gratuitos. Muchas carreteras de Skye tienen un solo carril para ambos sentidos. Cada pocos metros, a uno de los dos lados de la carretera hay un passing place, un tramo donde la carretera se ensancha para que te apartes y dejes pasar al otro coche. Suelen estar señalizados con un cartel. Si el passing place está a la izquierda, te apartas tú; si está a la derecha, se aparta el otro coche.
Día 5 Inverness – Edimburgo
La vuelta hacia Edimburgo la realizamos por una ruta diferente a la de la ida, bordeando el Lago Ness hacia Fort Augustus, Fort William para adentrarnos en el Valle de Glencoe, unos de los paisajes más estremecedores que hemos visto nunca. Descubres el auténtico significado de la palabra valle. ¡Qué pena no disponer de más tiempo para recorrer algunos de los senderos que surcan el valle! Son apenas 20 minutos, pero seguro que se convierten en más, porque no podrás dejar de detenerte junto a la calzada para sacar fotos.
Llegamos al lago Lomond y los Trossachs. Lagos salpicados de pequeñas islas, montañas dibujando el horizonte y carreteras estrechas ceñidas entre campos y bosques. El parque nacional del Loch Lomond y los Trossachs, a caballo entre las Tierras Bajas y las Tierras Altas de Escocia, es el destino ideal para impregnarte de naturaleza, hacer excursiones y saborear la calma. Una calma de la que por mala suerte no pudimos disfrutar. Nuestra idea era ir parando en algunos de los pueblecitos más pintorescos, como el coqueto Luss, pero era lunes de Pascua, festivo en el país y media escocia pensó lo mismo. Nos encontramos inmersos en un atasco insólito que nos hizo perder un par de horas y la posibilidad de disfrutar del paisaje.
Habíamos planeado el día para llegar a visitar el Castillo de Stirling antes del cierre del mismo, pero lógicamente no lo conseguimos y nos quedamos con las ganas, muchas ganas. Aún así, la ciudad vieja de Stirling es absolutamente encantadora y merece la pena recorrer sus calles empedradas y admirar sus edificios medievales.
Como comentábamos más arriba, deberíamos haber dormido más cerca, no en Inverness para disfrutar mas de la zona del lago Lomond y haber podido llegar a Stirling, que por otra parte también se puede meter en el viaje de ida hacia Inverness.
Antes de entregar el coche de alquiler hay que repostar. En a zona próxima al aeropuerto de Edimburgo encontramos algunas gasolineras, que por otra parte nos parecieron bastante escasas en general.
Día 6 Edimburgo – Londres
En nuestro caso el viaje continuó hacia Londres para pasar allí unos días a antes de regresar a casa. Optamos por ir en tren, un acierto, llegando en poco más de 4 horas.
En resumen, un viaje inolvidable, absolutamente recomendable, demasiado corto para todo lo que nos ofrece Escocia. Tenemos la sensación de que nos hemos dejado muchas cosas. Yo os recomendaría disponer de una semana entera con dos días enteros en Edimburgo y cinco para recorrer el norte. La costa Este también tiene cosas interesantes para ver y parece la gran olvidada…Un día entero en Skye y otro en la zona del lago Lomond me resultan imprescindibles. Poder hacer una caminata por el Valle de Glencoe sería una maravilla…pero vivimos esclavos del reloj, siempre con prisa a todas partes…
0 Comentarios